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Peliculas del Oeste

Los mejores westerns de todos los tiempos según Nickel Odeon

JOHN WAYNE

Las 15 mejores películas del Oeste según la mítica revista de cine Nickel Odeon

En 1996 la revista Nickel Odeon pidió a cien destacados representantes de nuestra cultura – cineastas, críticos cinematográficos, novelistas, poetas… –  que eligieran sus diez películas del Oeste preferidas. El resultado apareció ese mismo año en un número especial, dedicado exclusivamente al western. Hoy queremos recordar contigo, querido lector, aquella encuesta, convocando los quince westerns que consiguieron más votos. Por supuesto, los comentarios que siguen a cada título son de nuestra cosecha. Feliz lectura, y felices películas del Oeste. 

Sergio Torrichelli, 28 de diciembre 2020

Según Miguel Marías, la mayor duda era qué película de John Ford tendría más votos: “¿Centauros del desierto, Pasión de los fuertes, El hombre que mató a Liberty Valance o tal vez La diligencia?” Confieso que yo me hubiera inclinado por Centauros del desierto, en mi opinión la cumbre artística del género, y que entre los diez mejores hubiera colado Los profesionales, de Richard Brooks.  En cualquier caso, las votaciones son las que son. Y sin duda, cada una de las obras que ocupan los quince primeros puestos constituyen verdaderos hitos del género.

1. La diligencia (Stagecoach, John Ford, 1939), 53 votos. 

La diligencia es uno de los hitos  indiscutibles del western. Se trata, ni más ni menos,   del film con el que John Ford marcó el camino por el que, después, discurrió el género. Todos los elementos del gran cine del Oeste están en esta cinta cuya autenticidad convierte  cada fotograma en un fragmento irrepetible de vida. No por nada, Orson Welles reconoció haberla visto infinitas veces  antes de dirigir Ciudadano Kane.

John Wayne en una escena de La diligencia

La diligencia es una película coral donde las haya, con una buena representación de esos perdedores con alma en los que Ford siempre volcó su comprensión y cariño.  El filme reúne, además, dos de los iconos  fundamentales del western. 

Doc Boone (Thomas Mitchell), cuando Ringo (John Wayne) y Dallas (Claire Trevor) parten juntos al final de La diligencia : «Bien, ya están a salvo de las bendiciones de la civilización»

Aunque gran parte del metraje transcurre en interiores,  es el primer western  de John Ford donde  adquiere relevancia el impresionante paisaje de Monument Valley, sin cuya presencia el mito del Oeste sería distinto.

Y es también la obra que cimentó la carrera de John Wayne. Su  aparición como Ringo Kid, planificada de forma espectacular por un movimiento de cámara que se acerca velozmente al actor, constituye uno de los momentos estelares del género.  Tan memorable como la célebre secuencia donde la mirada del espectador sigue a la diligencia y, de pronto, tropieza con los apaches.

2. El hombre que mató a Liberty Valance (The man who shot Liberty Valance, John Ford, 1962), 53 votos

John Ford regresó a un sobrio blanco y negro para rodar esta película  eterna cuyo eje argumental gira sobre un dilema crucial: ¿Hasta dónde llega la ley y hasta dónde la fuerza? ¿Cuándo es legítimo el uso de la violencia para terminar con la violencia? 

James Stewart en una escena de El hombre que mató a Liberty Valance

La película empieza y termina con el entierro de Tom Doniphon (un John Wayne a la altura del que llena Centauros del desierto). Y cuenta en flash-back la historia de un joven abogado idealista (Stoddard-Stewart) que cruza el Pecos con la esperanza de una nueva vida, con la ilusión de ayudar a llevar la civilización  a un territorio donde aún mandan las pistolas. 

Hallie (Vera Miles) en El hombre que mató a Liberty Valance: «Esto solía ser un desierto; ahora es un jardín.» 

El hombre que mató a Liberty Valance es el testamento de John Ford. Una obra que no desaparece del corazón.  Un western que nos habla de la construcción de una sociedad y de los héroes sin historia que hacen la historia.

3. Centauros del desierto (The searchers, John Ford, 1956), 52 votos. 

Mítica escena de Centauros del desierto

Basada en la magnifica novela de Alan Le May, Centauros del desierto es una película infinita, un filme que se hace más rico y complejo con cada visión, una historia de odios y venganzas, pero también una historia de redención. John Wayne es como el Cid al revés, un Ulises sin Ítaca a la que regresar ni Penélope que recuperar, un héroe-antihéroe – amargado, racista, vengativo y solitario –  entregado a una búsqueda sin tregua, en constante combate con sus más profundos fantasmas. 

Mrs. Jorgensen (Olive Carey) en Centauros del desierto: «Algún día este país llegará a ser un hermoso y buen lugar para vivir».

Al poeta  Antonio Martínez Sarrión el grandioso e inolvidable final de esta obra maestra de John Ford,  con la puerta que se cierra, dejando en definitiva soledad a John Wayne, le traía a la memoria los versos de Saint John Perse:  

Y vuestros pensamientos se alzan ya en la noche como los grandes jefes nómadas que caminan antes del alba hacia el cielo rojo, llevando su silla de montar sobre el hombro izquierdo”. 

A mí, el no menos memorable comienzo, con la figura de ese jinete solitario en la inmensidad de Monument Valley,  me recuerda algunos pasajes de  Absalón, Absalón,  de William Faulkner. Pero silencio,  oigo la canción de Stan Jones cantada por los Sons of the Pioners. ¿La oís?  

“What makes a man…?” “¿Qué es lo que empuja a un hombre… a ir errante, a viajar sin dirección?”

4. Johnny Guitar  (Johnny Guitar, Nicholas Ray, 1953), 48 votos.

Johnny Guitar es una película del Oeste extraña y romántica. Tan extraña como el  saloon tallado en roca donde se cruzan las historias de los personajes. Tan romántica como la música que Victor Young compuso para la ocasión y que perdura indeleblemente en la memoria sentimental de cuantos hemos visto la película.  

Sterling Hayden y Joan Crawford en Johnny Guitar

Nicholas Ray es el juglar del amor y de la violencia, un amargo, intenso y rebelde poeta  que inflamaba de pasión y desesperación las historias que contaba. El fulgor incandescente de Johnny Guitar es la quintaesencia de su cine. Una historia de amor entre la dueña de un saloon, Vienna (una dura y tremenda Joan Crawford), y un pistolero al que le gusta cabalgar con una guitarra en bandolera, Johnny (Sterling Hayden, actor descomunal y de especie rara).  

Johnny (Sterling Hayden) sobre los linchamientos:  «Una patrulla es como una bestia. Se mueve como una bestia y piensa como una bestia».

Johnny Guitar es también una historia sobre la hipocresía moral y la intolerancia, con uno de los ejercicios de interpretación colectiva más brillantes que ha dado el cine y algunos de los más hermosos diálogos de amor  que se han pronunciado en una pantalla. 

5. Pasión de los fuertes (My Darling Clementine, John Ford, 1946), 47 votos.

Henry Fonda en Pasión de los fuertes

Pasión de los fuertes es un canto emocionado de John Ford a los avances comunitarios. Henry Fonda, Victor Mature y Walter Brenan se ponen en la piel de Wyatt Earp, Doc Holliday y el viejo jefe del clan de los Clanton en esta insuperable versión del mítico duelo en el  O.K. Corral de Tombstone.

Wyatt Earp (Henry Fonda): «¿Has estado enamorado alguna vez, Mac?»  Respuesta del barman Mac (John Farrel): «No, toda mi vida he sido un camarero»

Poco importa que Ford oculte la sordidez de los protagonistas reales.  Pasión de los fuertes está más allá de la verdad histórica, más allá de la leyenda, incluso. Es una melancólica balada narrada en imágenes, una fábula donde el bien y el mal luchan enconadamente. Es una historia apoyada en personajes tan verosímiles  como la vida misma. Y una muestra ejemplar de ese lirismo personal e inimitable  que Ford desplegó en sus mejores obras. Resumiendo, un clásico del Oeste.  

6. Solo ante el peligro (High Noon, Fred Zinemann, 1952), 44 votos. 

Gar Cooper en Solo ante el peligro

Gary Cooper tuvo el acierto de aceptar un papel que Gregory Peck había rechazado: el del sheriff Will Kane en la icónica película del Oeste  de Fred Zinnemann. Un western único, concebido por su director como un alegato contra la caza de brujas del senador McCarthy.

Helen Ramírez (Katy Jurado) a la pacifista esposa del marshal Will Kane (Grace Kelly): «Si Kane fuese mi hombre, nunca lo abandonaría. Lograría un arma y lucharía».

Al margen de su fuerte carga política, Sólo ante el peligro es pura emoción. Han pasado más de treinta años desde que la vi por primera vez. Y nunca he podido olvidar la espigada figura y el gesto angustiado de Will Kane  mientras el tic-tac de los relojes recuerdan que el tiempo se está acabando. Sencillamente, memorable. 

7. Río Bravo (Río Bravo, Howard Hawks, 1959), 43 votos. 

Dean Martin, John Wayne y Walter Brennan en Río Bravo

Río Bravo es una historia de amistad que incluye un atípico romance. Una película del Oeste con momentos de humor inolvidables y una atmósfera opresiva de cine negro. Y, por encima de todo, una obra maestra del cine del Oeste y un hito de la creatividad cinematográfica más allá de las fronteras del género.

Pero mejor recurro a José Luis Garci: “Río Bravo es un western, claro, aunque también es una comedia como La novia era él o La fiera de mi niña, y una reflexión sobre la amistad tan profunda como la de Sólo los ángeles tienen alas”. 

8. Raíces profundas (Shane, George Stevens, 1953), 41 votos. 

Alan Ladd en Raíces profundas

Raíces profundas es un clásico indiscutible, un western  que atesora belleza y grandeza en dosis superlativas. Y que ha dejado huella en muchísimos cineastas (desde Clint Eastwood a Adolfo Aristarain, por citar dos nombres)  y múltiples escritores (Juan Marsé, por ejemplo). Una película que puede verse una y otra vez sin que por ello pierda ni su misterio ni su fuerza. 

Shane (Alan Ladd) al pequeño Joe: «Corre a casa junto a tu madre. Dile que ya no hay más revólveres en el valle».

Hay quien dice que otro actor podría haber dado mayor dureza al personaje de Shane.  No es verdad. Alan Ladd está colosal. Su hermetismo permite que la mirada del pequeño Joey articule el relato, acentuando su dimensión mítica.  A la eternidad de la película contribuye también la hermosa partitura musical de Victor Young.

9. Río Rojo (Red river, Howard Hawks, 1948), 37 votos. 

John Wayne y Monty Clift en Rio rojo

Conservo el recuerdo imborrable de la partida del ganado hacia Missouri, con una antológica sucesión de primeros planos de cowboys gritando. Y si cierro los ojos aún puedo ver la increíble estampida nocturna; el emocionante vadeo Del Río; el mítico encuentro del ferrocarril… Y por supuesto, la pelea entre Wayne y Clift, inolvidable, grandiosa.  

Tom Dunson (John Wayne) a Matt, su hijo adoptivo, (Monty Clift): «Cada vez que mires alrededor, disponte a verme, porque, una vez, mirarás alrededor y estaré allí. Te mataré, Matt.»

Cabrera Infante llegó a decir (y con razón)  que Homero habría filmado esta película del Oeste de haber tenido que hacer cine. Otro enamorado de Río rojo, Eduardo Torres Dulce, recuerda que John Ford quedó por completo sorprendido tras una proyección de la cinta:

«No sólo su amigo y colega Howard Hawks había creado un western maravilloso, oscuro, psicológicamente penetrante, aventurero y romántico. Además, John Wayne  había conseguido una actuación asombrosa metiéndose en la piel de Matt Dunson»: un personaje otoñal obsesionado por el poder y la riqueza, despótico, arisco, amargado, pero lleno de fuerza y dignidad».

10. Duelo al sol (Duel in the sun, King Vidor, 1946), 29 votos. 

Jennifer Jones y Gregory Peck en Duelo al sol

Una historia de amor. Una nueva versión de Caín y Abel.  Caín  es el malvado pistolero Lewt McCanles (Gregory Peck);  Abel, el bondadoso abogado Jesse McCanles (Joseph Cotten).  Un canto encendido a los designios que rigen nuestro destino. Una fábula sobre el progreso y el avance de la civilización. Una incandescente historia de amor… 

Walter Huston a Jennifer Jones (Perla) en Duelo al sol: «Perla, estás modelada en curvas con la carne de las tentaciones».

Todo eso y más es Duelo al sol,  un western romántico y desolado que conjuga  la epopeya con el melodrama pasional y que debe muchas de sus virtudes  al productor  David O. Selznick, padre de Lo que el viento se llevó

¿Quien no recuerda el hirviente duelo entre colinas escarpadas del final?  Se trata, sin duda, de uno de los momentos cumbres del género. Un duelo horneado con la pasión al rojo vivo de Gregory Peck y Jennifer Jones (Perla Chávez). Y acompañado, en todo momento, por la magnífica música de Dimitri Tiomkin.

11. Winchester 73 (Winchester 73, Anthony Mann, 1950), 28 votos. 

James Stewart en Winchester 73

Ángel Fernández Santos escribió a propósito de Winchester 73: «Es un filme de perfección comparable a Centauros dedesierto, de Ford; Sed de mal, de Welles; El intendente Shanso, de Mizoguchi, o la hora inicial (única parte que no destrozó la pezuña de Stalin) de Octubre, de Eisenstein, por citar sólo unas muestras que nos orienten.»

Lin McAdam  (James Stewart) explica el veneno que carcome su alma: «Mi padre me enseñó a cazar, pero a él no le enseñaron a protegerse de los que disparan por la espalda. Tengo prisa para que todo esto acabe de una vez y yo pueda volver a ser una buena persona».

Estoy de acuerdo.  Winchester 73  no sólo constituye el memorable encuentro entre Mann y James Stewart. Es también una de las películas más itinerantes del género y una de las obras más arriesgadas y más perfectas que conozco. La película da rienda suelta a un relato de originales resonancias bíblicas: la obsesiva  persecución a muerte que Lin McAdam  (James Stewart) realiza por medio Oeste para dar caza a su hermano (Stephen Mcnally), quien ha asesinado al padre de ambos por la espalda.

12. Grupo Salvaje (The wild bunch, Sam Peckinpah, 1969), 25 votos

Ben Johnson, Warren Oates, William Holden y Ernest Borgine en Grupo salvaje

Hito absoluto del género,  western brutal, despiadado y melancólico, con ecos de la Ilíada y de la Odisea, Grupo Salvaje habla de los últimos héroes de un Oeste en vías de extinción: un mundo sin piedad, sin apenas nobleza, terriblemente cruel, pero fiel  a ciertos valores, sobre todo la camaradería.

Pike Bishopp (William Holden) en Grupo salvaje: «Empezamos juntos. Terminaremos juntos.»

La película está ambientada en 1913, año arriba año abajo, y cuenta la historia de una banda de forajidos que, tras un golpe fallido, se interna en el México convulso de la Revolución. El filme tiene secuencias de violencia desatada, pero también momentos de humor y de hondo lirismo. Sam Peckinpah era un poeta y un rebelde con causa. Y en Grupo Salvaje creó unas imágenes y unos personajes que perduran en la memoria del corazón. 

13. Murieron con las botas puestas (They died with their boots on, Raoul Walsh, 1941), 22 votos. 

Errol Flyn (G.A. Custer) en Murieron con las botas puestas

¿Cuántos años tenías? ¿Nueve, diez? No importa. Murieron con las botas puestas sigue resonando en el alma como un recuerdo permanente de la infancia. Pero ¡ojo!, la película de Raoul Walsh es más que una magdalena proustiana. Es una obra maestra indiscutible, un western de trágica intensidad, sujeto más a la personalidad de su autor que a la verdad de los hechos.

Custer (Errol Flynn) a su esposa (Olivia de Havilland), momentos antes de partir hacia Little Big Horn: «Debo partir. Es mi deber. Soy un oficial del ejército de los Estados Unidos»

Porque – que nadie se confunda – Murieron con las botas puestas no es la historia de George Armstrong Custer, sino una emocionante ficción de acentos shakespearianos:  una película  sobre el  ascenso y caída de un caballero del Sur y soldado de la Unión tan indisciplinado como atrevido, contada con  un vigor, una energía  y un aliento épicos que no tienen equivalente. 

Walsh no oculta las contradicciones ni las debilidades del héroe interpretado por Errol Flyn: un idealista que anhela la gloria, un militar  que cae en la bebida y al que no se le ocultan la razón que tienen los indios ni la corrupción de algunos blancos.

14. El forastero (The westerner, William Wyler, 1940), 19 votos

Walter Brenan y Gary Cooper en El forastero

William Wyler se movió con maestría en casi todos los géneros cinematográficos y el western le debe dos obras magníficas. Una es  Horizontes de grandeza (1958). La otra, El forastero, emocionante película que nos sumerge en  la lucha  que tuvo lugar en las praderas del Oeste entre ganaderos y granjeros.  

BRENAN: ¿De dónde vienes? – COOPER: De ninguna parte – BRENAN: ¿Adónde vas? – COOPER: A ninguna parte.

El filme cuenta con un Gary Cooper en el apogeo de su carrera. Y es, sin duda, un western diferente, con una especial poesía en las escenas de amor y una enorme tristeza en el enfoque de la guerra que enfrenta a rancheros y campesinos. ¿Cómo no recordar a Doris Davenport, la chica de la que se enamora el pistolero al que da vida Coop, leyendo una Biblia quemada ante la tumba de su padre, víctima del conflicto?  

El forastero tiene, además, uno de los diez mejores malvados de la historia del western: el juez Roy Bean, interpretado magistralmente por un Walter Brenan en estado de gracia. 

15. Sin perdón (The unforgiven, Clint Eastwood, 1992), 19 votos. 

Clint Eastwood y Morgan Freeman en Sin perdón

Clint Eastwood ya había firmado dos películas del Oeste extraordinarias  antes de Sin perdón: El fuera de la ley y El jinete pálido. Pero, sin duda, este filme representa su cumbre creativa en el género

William Munny (Clint Eastwood) después de que Little Bill (Gene Hackman) le afea haber disparado contra un hombre desarmado: «Debió haberse armado cuando consintió en decorar su local con el cuerpo de mi amigo».

Sin perdón es un western único e irrepetible. Y si como dicen algunos, el género al que le debo tantas emociones estuviera muerto – que no es así – no puedo imaginar una despedida más grandiosa que la de ese asesino frío como la nieve atravesando, en medio de la noche y bajo la tormenta, un pueblo completamente embarrado, gritando a los lugareños que le acechan en las sombras: 

“Os juro que si volvéis a hacer daño a una puta volveré para incendiar vuestras casas y mataros a vosotros y a vuestras familias.”